En un primer momento fueron varios los que se apuntaron al viaje pero, al final, fuimos siete valientes los que estuvimos dispuestos a desafiar la climatología del mes de enero.
Vía Londres y, tras salir de aquí el sábado 24, después de un montón de horas de vuelo, llegamos el sábado 24 a Vancouver; Así que a lo tonto ganamos un día de nuestra vida.
El primer día, en un confortable coche que nos protegió de la lluvia, no muy intensa a decir verdad, hicimos un recorrido por la zona financiera que es espectacular con amplias calles y edificios de gran altura con fachadas acristaladas, supongo que para absorber el sol cuando lo haya (nosotros apenas lo vimos).. Visitamos el gran Stanley Park con árboles fabulosos y mucho cedro rojo que allí es muy útil para la construcciones de casas. Pasamos por la zona “rica” donde también las casas son de madera , con fachada de hormigón y a precios astronómicos; Lo curioso es que el suelo es de los indios que lo ceden en alquiler. A esta zona la llaman el Hollywood canadiense ya que allí se ruedan muchas películas, aparentemente ubicadas en Nueva York, y artistas famosos tienen o han tenido casas allí porque la vida es menos agobiante.
Al día siguiente visitamos Capilano con su famoso puente colgante que con nuestro arrojo habitual cruzamos. Al fondo corría un río y la sensación de vértigo no estaba mal. Nos atrevimos a pasar por unos puentes que habían hecho a través de las copas de pinos gigantescos.
La siguiente visita fue a la isla de Vancouver donde está Victoria, la capital, una ciudad mucho más pequeña con aire clásico y occidental. Si venís por la zona no dejéis de ver los jardines Butchart considerados los más bellos del país,prviados y con un tamaño espectacular.
En la isla está el valle de los indios Comichan con el poblado Chemainus famoso por sus murales al aire libre; Es muy original y en verano debe estar a tope.
La última excursión, antes de cumplir con nuestra obligación de animar a la Armada,fue a las pistas de esquí de Whistler donde se habían celebrado las olimpiadas de invierno. Hicimos acopio de fuerza de voluntad y nos limitamos a pasear por el pueblo y ver el paisaje, dejando para otra ocasión las exhibiciones deportivas.
He de decir que el viaje resultó muy aprovechado y las temperaturas asumibles.
Los tres días siguientes los dedicamos al tenis. El estadio y la organización eran buenos y, una vez más, pasó que de las siete entradas que teníamos 3 estaban detrás de un cristal. No sé qué pasa con quien las reparte en la Federación ya que devolvieron entradas que se vendieron en Canadá en segunda vuelta y eran mejores que las nuestras.
Los partidos, que en España se vieron poco por el horario, tuvieron un resultado peor de lo que esperábamos ya que la calidad de nuestro número 1 era superior a la de su número 2 . Siempre he pensado que A. Costa que contaba con Nadal y Ferrer en las eliminatorias debía haber fogueado también a otros jugadores porque hay calidad pero falta experiencia de presión. En fin, es mi opinión.
De cualquier forma la Armada contará con nosotros en septiembre.